En su último informe sobre desplazados en el mundo, el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR) fijó el número de desplazados forzosos en 2015 en la cifra record de 65,3 millones.
De acuerdo con el Alto Comisionado, alrededor de 12,4 millones correspondían a nuevos desplazados durante el último año, lo que significa que cada minuto 24 personas son obligadas a abandonar sus hogares (y un día tiene 1.440 minutos).
Si los desplazados forzosos constituyesen un estado propio, serían la 21ª nación más grande del planeta. No es difícil imaginar el extraordinario dolor y sufrimiento que está detrás de estos números, los millones de vidas interrumpidas, las familias separadas y las infancias destruidas. Como describía el Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki moon, la actual crisis global de refugiados no es únicamente una crisis de cifras, sino también una crisis de solidaridad.
Dentro de la crisis de los desplazados forzosos, el problema de los refugiados requiere de una especial e inmediata atención por parte de la comunidad global. En términos generales, un refugiado se define como una persona desplazada que ha sido forzada a atravesar fronteras nacionales y que no puede retornar a su hogar de forma segura por razones de raza, religión, pertenencia a un determinado grupo social y opinión política. La ACNUR informa de que el número total de refugiados se ha incrementado por quinto año consecutivo, con lo que la cifra a finales de 2015 era de 21,3 millones, la más alta registrada hasta la fecha.
Para muchos países del hemisferio norte la difícil situación de los refugiados se puso de relieve el año pasado cuando Europa tuvo que enfrentarse de forma repentina a un flujo de llegada de refugiados sin precedentes en la historia moderna. En 2015, más de un millón de personas llegaron a Europa, y a pesar de que este año los movimientos parecen estar disminuyendo, no parece razonable una relajación de las entradas en el futuro más cercano. El notable incremento del número de refugiados que llama a las puertas de Europa se debe principalmente a la situación de deterioro que las guerras y conflictos están provocando en países como Siria, Iraq y Afganistán. La gran mayoría de los refugiados que llegaron a Europa por mar en el año 2015 procedían de uno de estos tres países. Como resultado, el año pasado se registraron alrededor de 442.000 peticiones de asilo por primera vez solamente en Alemania (más del doble que en 2014), convirtiéndose así en el país con mayor número de solicitudes de asilo del mundo. Del mismo modo, muchos otros países europeos reportaron enormes incrementos anuales en el número de solicitudes, como por ejemplo Finlandia (por encima de nueve veces mayor), Hungría (más de cuatro veces) o Austria (más de tres veces).
La respuesta de la Unión Europea ante la mayor afluencia de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial ha sido a menudo objeto de fuertes críticas. En un contexto de envejecimiento de la población, descensos demográficos y un persistente bajo crecimiento económico, es comprensible que muchos gobiernos europeos estén cediendo a la presión que supone hacer frente a la ingente tarea de acoger tal cantidad de refugiados. En respuesta, muchos países están adoptando líneas duras como la introducción de controles en frontera, levantamiento de vallas y suspensiones parciales del transporte público. En el ámbito político, los partidos anti-inmigración han experimentado un apreciable aumento. El 23 de junio una mayoría de británicos votó a favor de abandonar la Unión Europea, en gran parte por los temores crecientes de que una invasión de refugiados amenazaría la economía y la seguridad del país. Más allá, la crisis de refugiados, en combinación con los recientes ataques terroristas con origen en el Estado Islámico que han sacudido Europa, parece haber despertado un sentimiento anti-musulmán en todo el continente.
Con gran parte de la atención mundial centrándose en el desarrollo de la crisis en Europa, puede resultar sorprendente que el 86% de los refugiados del mundo bajo el mandato de la ACNUR son recibidos por países en vías de desarrollo. Alrededor de 7 millones de refugiados son acogidos por los 5 primeros países del ranking, y más concretamente por Turquía (2,5 millones), Pakistán (1,6 millones), Líbano (1,1 millones), Irán (0,98 millones) y Etiopía (0,74 millones). Sin una salida clara a conflictos como los de Somalia, Afganistán, Siria, Sudán del Sur o Yemen, se intensificarán los desastres humanitarios y por tanto continuarán las presiones migratorias hacia países considerados más estables.
Corea no es ajena a la acogida y reasentamiento de refugiados. Cada año, más de mil refugiados de Corea del Norte son reasentados en Corea del Sur. Desde 1994, alrededor de 12.000 personas han solicitado asilo en Corea, y durante el año pasado Corea recibió a alrededor de 1.500 personas desplazadas. Aunque en un contexto diferente, España se mueve en cifras parecidas. Durante el año 2015 acogió a 1.020 desplazados, casi el doble que en el año 2012, en que se registraron 526 reasentamientos. Sin embargo, la crisis migratoria europea está presionando de forma importante su sistema de acogida. Según la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR), en 2015 se registraron 14.881 solicitudes de protección internacional, un 200% más que en 2014 en que se registraron 5.947 peticiones.
España, en respuesta a este nuevo contexto internacional y a la Agenda Europea de Migración pactada en 2015, ha puesto en marcha los mecanismos necesarios para hacer frente a sus compromisos en la materia. El Programa Nacional de Reasentamiento de Refugiados ha visto multiplicado por cuatro sus recursos en 2016, lo que unido al aumento de fondos transferidos a organizaciones no gubernamentales, organismos internacionales y comunidades autónomas, está reforzando la capacidad y operatividad del Sistema de Acogida de Solicitantes y Beneficiarios de Protección Internacional. Desde que comenzó el pasado mes de diciembre el proceso de llegadas de solicitantes de asilo bajo la directiva de la Unión Europea, España país ha recibido a 673 personas, de las que 394 lo han hecho vía reubicación y 279 vía reasentamiento.
La actual crisis de refugiados plantea a la comunidad internacional el difícil reto de dar con una respuesta sostenible, efectiva y verdaderamente global en su alcance. Recogiendo la necesidad de reforzar la gobernanza internacional en este asunto, el pasado 19 de septiembre se celebró una Reunión de Alto Nivel sobre Refugiados y Migrantes en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas. Como resultado de la reunión, se adoptó por consenso de los 193 Estados miembros la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes, en que se comprometen con los derechos de la población refugiada y reconocen la existencia de una responsabilidad compartida. Paralelamente a la Asamblea General, el Presidente Obama encabezó una Cumbre sobre Refugiados donde líderes de 52 países mostraron los avances realizados, entre ellos un aumento anual de los fondos de ayuda a refugiados de 4,5 billones de dólares o el acogimiento del doble de refugiados respecto a 2015, así como su compromiso de ampliar los recursos en 3 billones en el futuro. Estas reuniones han supuesto una gran oportunidad para que los líderes mundiales lleguen a un consenso duradero sobre las responsabilidades concretas que cada país debe asumir con el fin de aliviar la crisis.
La reunión de Nueva York debe ser el punto de partida hacia una solución global y decidida en esta cuestión. La Comunidad global no puede dejar pasar la ocasión de mejorar la situación de millones de refugiados que reclaman nuestra ayuda huyendo del hambre y la guerra. Lo contrario supondría un paso atrás de inesperados y complejos efectos adversos. Ahora es el momento de afrontar el apasionante desafío de crear una sociedad más justa e inclusiva para todos.