Corea del Sur es, según la opinión de numerosos medios, el país que mejor ha combatido el coronavirus. El éxito de la lucha contra la pandemia se basa en una gran combinación entre tecnología, conciencia social y rápida coordinación de las autoridades para frenar la expansión del virus antes de que se dispararan los contagios.
El documento Flattening the curve on Covid-19: How Korea responded to a pandemic using ICT (en español Aplanando la curva del Covid-19: cómo Corea ha respondido a la pandemia usando la tecnología) explica cuáles han sido los pasos que ha seguido el Gobierno coreano para frenar la expansión de la enfermedad.
En primer lugar, han sido clave el distanciamiento social y la tecnología, a través de pruebas rápidas, rastrear rápidamente el virus y sus contagiados, ayudar a la recuperación de los pacientes y, en definitiva, aplanar la curva de contagios, algo que en lo que lleva trabajando. Las aplicaciones son canales seguros para alertar a los ciudadanos si han estado en algún lugar que coincide con el movimiento de un paciente infectado, lo que les permite hacerse la prueba rápidamente si es necesario.
Otra de las herramientas más útiles en Corea ha sido una plataforma de teletrabajo (Smart working) y un sitio de Internet donde se proporciona información de empresas de soluciones para el trabajo remoto. En este campo, también se ha reforzado la ciberseguridad, creando una red segura para teletrabajo de empleados públicos, se ha creado plataforma exclusiva con contenidos educativos para los estudiantes, se ha reforzado la telemedicina mediante aplicaciones móviles y el tratamiento de enfermos a distancia junto con el autodiagnóstico.
La tecnología también les ha permitido realizar investigación predictiva sobre la propagación del Covid-19 mediante mapas de movimientos creados a partir de la información de las operadoras de telecomunicaciones o aplicaciones que avisan a los ciudadanos mediante una alarma si están a menos de cien metros de donde se ha geolocalizado un contagio. Muchos otros países se están inspirando del modelo coreano para combatir el virus y poder volver en cuanto antes a la normalidad.
Así, Corea del Sur ha combatido el Covid-19 poniendo a su Centro Coreano de Control de Enfermedades (KCDC) en el centro de la respuesta a la crisis de salud. Por ley, el CCDC tiene la tarea de dirigir todas las operaciones de salud, y para ello goza de poderes ejecutivos excepcionales, con autoridad sobre la policía y el poder judicial a los efectos de su misión. De este modo, todas las medidas contra la pandemia (detección, rastreo, aislamiento de la hospitalización, autorizaciones y aprobaciones de emergencia, etc.), así como todos los instrumentos administrativos y jurídicos necesarios, se colocan bajo una única gestión. Esta notable cohesión ha permitido una respuesta muy rápida y vigorosa.
Por último, actualmente bajo la dirección de un profesor de medicina con experiencia en la lucha contra la anterior epidemia, la CCDC goza de una autoridad relativamente independiente y universalmente reconocida, y su actuación ha quedado fuera del alcance de las vivas críticas políticas. La puesta en práctica, tan rápida como masiva, de la ya conocida doctrina del screening-rastreo y del aislamiento fue posible gracias a este contexto jurídico y político original, sin olvidar la movilización de los industriales de la salud para el diseño de las pruebas ya en la primera quincena de enero. El 15 de abril de 2020, día de las elecciones legislativas bajo alta protección sanitaria, no se ha anunciado el levantamiento de las medidas vigentes y no se abrirán escuelas. Mientras no tengamos ni vacuna ni terapia, la CCDC mantendrá su papel de piloto y sus poderes de excepción. Durante este período de espera, el Gobierno de Corea está trabajando con la sociedad civil y la comunidad educativa para idear un modus vivendi consensuado temporal más aceptable, pero sin comprometer la doctrina anti-Covid-19.